Padre Gutiérrez

El pequeño padre «grande»

Cuando el Padre Anastasio Gutiérrez, por invitación de muchos, decidió escribir un libro sobre el Grupo Laico Sígueme – su criatura – que recogió la quintaesencia de esta asociación atípica de laicos, aceptó de buen grado la propuesta de nombrarlo así: «Cristianos cristianos sin descuento.»

Era una persona con una inteligencia fuerte y penetrante, a la que se dirigía a la esencia de las cosas y no le gustaban las charlas inútiles e infructuosas. Nacido en España, de niño se mudó con su familia a Argentina, pero se sintió como un sacerdote romano, habiendo llegado a Roma cuando era joven y en la ciudad en el corazón del cristianismo pasó la mayor parte de su vida hasta su muerte. Fue un clérigo claretiano, la Congregación fundada por un gran obispo y misionero, San Antonio María Claret. Por sus dones intelectuales, sus superiores decidieron perfeccionarlo en estudios de derecho en la escuela de los grandes canonistas de la Universidad Lateranense. Fue profesor en la Facultad de Derecho Canónico durante más de treinta años en la Universidad, de la que también ocupó el cargo de decano. Era un conocido canonista, especialmente por su vida consagrada, y un asesor muy buscado. En este cargo conoció a la señorita Paola Majocchi, enviada a él por Mons. Mario Pio Gaspari, que trabajó en la Secretaría de Estado y hermano de Irma Gaspari, uno de los inicios con Paola del Grupo Sígueme. «Ve con él», dijo, «estarás bien.» Paola, Irma y otros amigos tenían la intención de vivir la vida consagrada, pero de forma innovadora: permanecer en el mundo, como todos los laicos, y hacer que el Evangelio asumiera plenamente la norma de la vida, testimoniándola en medio del pueblo. Pero no sabían cómo moverse. Fue así que un día Paola visitó al Padre Gutiérrez en su casa romana, en Via Giacomo Medici, confiada en recibir algunos consejos útiles. La acogió educadamente, de acuerdo con su estilo, la escuchó durante mucho tiempo y le sugirió que intentara algún contacto con instituciones que se establecieran metas similares. Esto no fue seguido, y así un día, en una de las charlas frecuentes, el Padre le dijo: «Prueba tu propio camino, te ayudaré». A partir de ese día, el consejero competente se convirtió en el padre fundador. Un hombre de lo esencial y de claridad, como experto canonista ha abierto un nuevo camino y ha transpuesto en la estructura del Grupo los frutos de cuarenta años de estudio y experiencia. Quería que, humildemente y sin pretensiones, me representara un regreso a lo esencial. Hay dos pilares: Jesucristo vivo y la persona humana para conducir a la plena realización humano-cristiana a través del servicio al mundo. En aquellos días aún no se había promulgado un documento importante del Concilio, la Constitución pastoral Gaudium est spes sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, donde dice: «Quien sigue a Cristo, hombre perfecto, se convierte plenamente en hombre», pero el Padre Anastasio Gutiérrez sintió que había llegado el momento de intentar nuevos caminos en el seguimiento de Cristo, animado por las palabras del Evangelio: «Vino nuevo en nuevo otri» (Lc. 5, 8).

 

Card. Agostino Vallini
Vicario del Papa para la Diócesis de Roma
Miembro de Sígueme